Si bien es
cierto que somos seres sociables (en su gran mayoría), también es cierto que
somos seres bastante egocéntricos.
En repetidas
ocasiones he sido victima del clásico: híjole! se me olvidaron tus cigarros.
Y es que, a
veces vamos tan ensimismados que olvidamos completamente que hay mortales al
lado nuestro.
Así de simple y de sencillo.
Por eso es
que hoy, volviéndome a pasar lo mismo, me puse a escribir al respecto.
Realmente es
tan difícil recordar lo que nos piden que hagamos, si no nos beneficia
directamente?
Mi conclusión
es: Pinchemil veces si.
Como hace un
momento. Compre un delicioso pay de plátano con cajeta y lo pedí para llevar,
andaba yo acompañada de mi compañero de batallas quien conducía con un léxico
muy florido por las calles de la ciudad.
Llegamos a
casa y me lanzo a la tienda rápidamente por mi segundo vicio más arraigado: una
Coca-Cola bien helada.
Mientras
estaba yo en la tienda, lo único que mi compañero tenia que hacer era sacar mi
postre del carro y salvarlo de los 43°C que infernalmente gobiernan el día de
hoy, y meterlo al refrigerador.
Hago la fila
correspondiente con la muchacha que me va a cobrar y después de un chascarrillo
alusivo al intenso calor, me dirijo a mi casa, caminando rápido rápido, por que
ya me quiero comer mi pay.
Llego...
-pssshhhhttttt!! Abro mi refresco, traguito refrescante, -aaahhhhhh!! Y mi
postre?
- ay perdón!
se me olvido bajarlo del coche.
Nombre no
mamessss.
Como esta
tengo muchas anécdotas en las que abundan frases como: -párate en el oxxo
porfa. Y termino llegando a mi destino sin cigarros ni una chingada por que el
oxxo nunca llegó.
Ah, pero que
diferente es, cuando el conductor del vehículo NECESITA ir al oxxo, o a la
tienda... ahí si que nunca se les olvida! Así sea por un mendigo chicle o por
un six de cerveza, esas necesidades siempre son cubiertas con la mas rápida precisión.
Me lleva la
chingada, entonces que pedo?
Nuestra
necesidad siempre va a ir primero. Bien dicen las abuelitas: primero mis
dientes, después mis parientes.
En fin, hoy
termine con un pay aguado como el café de la oficina, y con una cajeta ahora
inexistente, por que se derritió o yo no sé que chingados pasó, pero sobre mi
pay solo quedan vestigios de ella, prueba contundente de que alguna vez hubo
cajeta y ahora no la encuentro por ningún pinche lado.
Se que esto
es en un 50% obra del karma, pues, comerse algo tan delicioso como lo que yo me
pretendía comer, debe ser pecado.
Y así fue.