jueves, 2 de julio de 2009

No debí de haber salido de mi casa


Sí, definitivamente ese día no debí de haber salido de la casa.
Fue uno de esos días en los que, desde que te levantas, el destino te advierte que será un mal día.
Es siempre sutil. Te da pequeñas señales, como que no encuentras esa blusa (o playera según sea el caso) que te quieres poner, o justo cuando te vas a sentar a desayunar, te das cuenta de que no hay café.
Con todo y eso salí de la casa, para dirigirme al hospital… tenía cita ese día temprano, y quería ser puntual.
Pero no contaba con que la mitad de las calles de mi ciudad iban a estar cerradas por reparación, así que mi intento de ser puntual se vio frustrado por un alcalde mal administrado y mi mala memoria, pues olvidé que esas calles llevan así, ya un par de meses.

Cuando por fin llegué al hospital, mi médico me hizo una de esas revisiones, que van más o menos así:

Doctor – Buenos días Agripina, pase, pase por favor.
Agripina – Gracias doctor, buenos días.
D – Y dígame Agripina, ¿Qué síntomas tiene? ¿Cómo se ha sentido? Ya tenía mucho de no venir…
A – Pues fíjese doctor, que tengo un dolorcito aquí (señalando el área del estomago/vientre), no es muy fuerte, pero si constante…
D – (con cara de ya-se-que-pedo) Muy bien, haber pase por favor y desvístase ahí (señalándome el baño), se va a poner una de esas batitas con la abertura hacia atrás.
A – Este… ehhmm… ssi doctor… ¿aquí?
D – Si si, ahí en el baño.
A – Ah sí, gracias… (De perdido invíteme un café primero, pensé para mis adentros).

Después de esto siguió el clásico “recuéstese aquí, ¿le duele si hago esto? ¿O esto?” y después, una cara de preocupación…

D – Agripina, ¿cuenta usted con seguro social?
A – ¿IMSS? No doctor, pero tengo un seguro de gastos médicos mayores, pero nunca lo he utilizado, ¿Por?
D – Mire Agripina, mire la pantalla. La ecografía muestra una bolita ahí… ¿la puede ver?
A – Este seee… (Yo no veía ninguna pinche bolita, pero ps confiaba en él.)
D – Agripina esa bolita está creciendo…

Ya valió madre, pensé entre mi… se va a llamar Torcuatito y ya se a cual kínder lo voy a meter a estudiar. Bilingüe, a huevo.

D – ¿Agripina?
A – Si, si… disculpe doctor, ¿me decía?
D – Esta bolita, Agripina… es un quiste endometriósico, y mide unos 5 cm…

En la madre…

D – Vístase por favor, y pase para acá para explicarle bien como va a estar la cirugía y cuándo la vamos a internar…

WTF!! A mí nadie me dijo que estas cosas se operan… en fin.

Me vestí y después de que me describió la fea intervención, me fui en chinga al primer seven que encontré, con toda la intención de tomarme un café, ya de perdido de ahí.
Error. Debí de haberme quedado en casa y hacer caso de las pequeñas señales del destino.
Justo me había preparado yo mi café y cuando le estaba poniendo la tapa…
Madres!! Que se me vacía encima!
Hijodesuput/&%$#”$ (pensé entre mi…) que vergüenza, empapada hasta los pies de café ardiendo y no se diga el quemón bruto que me metí. Y ni se diga la pena con la chica que atendía, la pobrecita fue la que terminó limpiando el derrame de mi pinche mala suerte.

Con el temple que me quedaba, me volví a servir café (terca chingada), lo pagué y me salí de ahí como si me fuera correteando el mismísimo diablo, solo para darme cuenta que había olvidado ponerle azúcar a mi café.
Así que ahí iba yo, con cara de asustada por el pinche diagnóstico, la entrepierna y los muslos quemados y con un café amargo y negro…
Así que, haciendo caso omiso de las señales (de nuevo), me dispuse a hacer de ese día un buen día, y le llame a mi amiga Filomena.

Agripina - ¿Filo?
Filomena - ¿Qué pedo wey? ¿Dónde andas?
A – Acá en el centro wey, ¿Qué pedo, vamos a la alberca o qué? Tengo algo que contarte…
F – Ah si wey vamos, para que me digas que te dijo el doctor.
A – Si, Filo. De eso te quiero hablar. Paso por ti en 20 ¿Sale?
F – Sale, te espero. Byeee

Ya en la alberca, llegamos y nos dimos cuenta de que no había una sola alma remojándose en el agua, pues hacían como 38° C afuera y las personas cuerdas no salen a asolearse con esas temperaturas…

Filomena – Mira wey, la alberca para nosotras solas!! Qué bien, ándale saca las papitas y platícame!
Agripina – Aja… a ver dame... crumch!! crumch!! Mira fíjate que blah blah blah…

Filo y yo estábamos tan entradas en la plática que olvidamos por completo al señor sol y sus lindos efectos en la piel… Basta con decir que esa noche no pude dormir.
Así que terminé, con un pésimo diagnostico, los muslos quemados, con un café amargo y roja roja como camarón hervido, actualmente postrada recuperándome de una dolorosa cirugía…
Así pues, definitivamente no debí de haber salido de mi casa ese día.


Y así fue.

1 comentario:

Maestro Karnicero dijo...

Joder...
Si que fue un dia muy malo... Pero bueno, de esos sobran, hay que disfrutar los pocos que son disfrutables y en los que no pasa nada malo...

Saludos y gracias por pasar a mi pocilga...ehm... blog, quiero decir...

=)